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08/02/2019 / BRIDGE

El Bridge, la mirada de un especialista.

Jorge Gueglio, socio del club y referente del Bridge, escribió una interesante nota sobre esa actividad.

El bridge tiene varios millones de seguidores en el mundo. Estadísticas recientes revelan que en los Estados Unidos de América, múltiple campeón olímpico y mundial, hay más de 20 millones de personas que lo practican habitualmente. Ese país, como en Italia, Francia, España, China y Polonia, imparte se enseñanza en institutos privados, colegios y universidades. Hace diez años, el Comité Olímpico Internacional reconoció al bridge como deporte, otorgándole el mismo estatus del ajedrez, golf, polo, rugby y otras disciplinas que no participan en los juegos olímpicos. Sus normas deportivas, éticas y disciplinarias están reguladas por la World Bridge Federation, entidad que agrupa a federaciones nacionales de 130 países. 

Chile no ha permanecido ajeno al creciente interés por este juego-ciencia. Hoy, casi medio millón de chilenas y chilenos dedican horas al estudio de sistemas, convenciones y técnicas de juego, y lo practican en sus casas, clubes o por Internet. Varias universidades han incorporado el bridge en sus programas académicos, reforzando la metodicidad y rigor científico del aprendizaje. Y los resultados están a la vista: Chile lidera el ranking sudamericano de jugadores federados y es actual campeón continental en las especialidades de parejas (los jóvenes Benjamín Robles y Joaquín Pacareu) y equipos libres (integrado por el mismo dúo Robles-Pacareu y los maestros internacionales Marcelo Caracci y José Manuel Robles).

 
¿Por qué el bridge ejerce tal influjo en personas con profesiones, edades, niveles culturales, económicos y sociales distintos? Para los expertos, su principal motivación es la competencia que pone a prueba sus conocimientos, habilidades y resistencia ante adversarios de la misma categoría; para otros, un hobbie de costo asequible que induce a la evasión momentánea de quehaceres cotidianos y desafía la autoestima; para la gente mayor, un pasatiempo recomendable que evita la soledad, estimula la mente y fortalece vínculos sociales; para los más jóvenes, una herramienta educativa que obliga a respetar reglas e incentiva el análisis, la deducción, la síntesis y la racionalidad; y para todos, un desafío intelectual expuesto a la severa crítica o al generoso halago.  

La mezcla dosificada de conocimientos, psicología, talento y sociabilidad con elementos lúdicos y científicos, probables y certeros, imaginarios y reales hacen que el bridge, más que un juego de naipes, sea un juego “con” naipes, donde la concentración y el raciocinio tienen el rol principal, y el azar es casi irrelevante. La definición está avalada por los reglamentos, formalidades y estrictas normas de fairplay que regulan la competencia.
 

Bill Gates, entusiasta jugador, cuya fidelidad cibernética nadie discute, asegura que el bridge tiene una lógica similar a la que él necesita para tomar decisiones o resolver problemas rutinarios de trabajo. “Las máquinas -asegura- fomentan la comunicación y el espíritu corporativo del jugador de bridge, pero jamás podrán suplir a las habilidades humanas. No, al menos, con la excelencia que hemos alcanzado en programas computacionales de otros juegos, como el ajedrez”. Y agrega con cierta ironía: “Yo, un modesto aficionado, soy capaz de derrotar al mejor software de bridge”. Gates y su eterno rival, Warren Buffet, se unieron hace algunos años para crear un fondo de inversión destinado a promover el bridge en los colegios norteamericanos.
  

Como en cualquiera actividad humana, la inteligencia ayuda a tener éxito en el bridge, pero no basta. Ella debe complementarse con el estudio serio y persistente, la empatía con el partner y una actitud positiva frente a las vicisitudes que presenta el juego. Estos son los “factores inteligentes” que condicionan los resultados de largo plazo. Sin ellos, el éxito será circunstancial y mezquino.
 
Por Jorge Gueglio

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